LA POSTURA MORAL Y ÉTICA, NECESARIA, FRENTE AL FENÓMENO DE LA MIGRACIÓN
- Ricardo Cruz
- 4 jun
- 5 Min. de lectura
La migración ha sido un fenómeno inherente al hombre que le ha permitido responder a su instinto de sobrevivencia, siendo la migración un tema tan complejo como la misma naturaleza humana, es trascendente que estos factores se midan considerando el dinamismo del fenómeno mismo, con relación a las variables y retos que enfrenta el mundo y la realidad actual.
En el 2020, la ONU estimaba que existían casi 281 millones de migrantes en el mundo, cifra que obviamente ha sido superada con creces al día de hoy.
Es así como el tema de la migración mundial se manifiesta como un fenómeno social que involucran a ciudadanos de todas las clases sociales, en algunos casos, para mejorar la vida de las personas, otras, atraídas por oportunidades que permitan desarrollar una vida segura en el extranjero, pero lamentablemente no toda la migración ocurre en circunstancias positivas.
Uno de los principales motores de la migración es la búsqueda de un mejor novel en la calidad de vida, pero no debemos olvidar que también encontramos factores como las oportunidades profesionales y en una creciente escala, por conflictos bélicos, aunque no debemos olvidar que recientemente también se debe considerar a los desplazados por efectos adversos del cambio climático, los cuales terminan expulsando a pobladores de sus lugares de residencia.
Este aumento de migrantes a nivel global, refleja la obligación por un mayor esfuerzo de entendimiento del fenómeno y trabajo socialmente responsable como sociedad para mitigar sus efectos negativos, ya que este se ha convertido en una parte integral de las economías y sociedades.
El fenómeno de la migración significa para los países tanto de origen, de destino, como de tránsito, el tener que aplicar políticas públicas humanitarias, tanto para los migrantes mismos, e incluso para sus connacionales, lo que se ha traducido en retos difíciles de afrontar, y más si se interponen otros variables como las que implican los periodos de elecciones, por ejemplo.
Lo óptimo es que las soluciones planteadas a estos retos, pudieran ser evaluadas y posteriormente aplicadas por expertos desde una perspectiva de múltiples niveles de intervención, pero siempre bajo la mirada del cumplimiento de los Derechos Humanos.
Decisiones controversiales como las de cierre de fronteras o repatriación forzada, dependerán de la relación entre el Estado receptor, los de tránsito y aquel o aquellos a los que pertenecen los migrantes, por tanto, una cuota importante de diplomacia parlamentaria e intereses económicos internacionales, también están siempre en juego.
En este escenario, la vigilancia y cumplimiento de la moral y ética de las acciones por parte de los Estadios y de sus habitantes, frente a la migración, ha revivido viejos fantasmas de vulneraciones a los derechos básicos de los migrantes. Lo cual por desgracia no es exclusivo de una sola frontera o continente, unos casos con más reflectores mundiales que otros, pero todos muy lamentables. Casos especiales que resultaría imposible no mencionar al menos, lo son tanto Ucrania, como la franja de Gaza y el tremendo número de desplazados por los conflictos armados que estos lugares se viven.
A nivel internacional, los trabajos por brindar el marco regulatorio que proteja a los migrantes ha demostrado, esfuerzos notables, como por ejemplo el Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenan y Regular (GCM)[1].
Es imprescindible que los aspectos morales y éticos, sean incluyentes con perspectiva de respeto a los derechos humanos, ponderando los beneficios y riesgos que se manifiestan ante la migración, como por ejemplo:
I. Existe la creencia que a mayor número de inmigrantes mayor inseguridad; sin embargo, si el proceso migratorio y de restablecimiento se reorganizará esto se convertiría en una oportunidad productiva y de crecimiento para el país receptor e incluso para los que son de paso.
II. La fusión de culturas no implica la pérdida de identidad de una comunidad. Es una oportunidad de enriquecer ambas y ensalzar el origen individual. Deberían de fomentarse mecanismos desde la educación que promueva el intercambio cultural y el enorgullecimiento propio.
III. Sin importar el estatus migratorio, todos los seres humanos tienen derecho a una vida digna y de acceso a sus derechos básicos. No se debe permitir el abuso en ámbitos, como el laboral, el de educación, salud, vivienda, derechos reproductivos, o de cualquier índole.
Rotary no es ajeno a esta problemática y trabaja desde distintos frentes para apoyar a quien lo necesite y de la mejor manera para generar el mayor impacto positivo en quienes experimentan el viacrucis de la migración, ejemplo de ello lo es Levi Vonk, un becario que pudo estudiar su maestría en Antropología del Desarrollo y que había estudiado cómo las iniciativas de comercio y desarrollo en México podían poner aún en mayor peligro la vida de las personas migrantes y para continuar sobre sus trabajos de investigación se dirigió al sur de México, para conocer lo que estaba saliendo mal, y en consecuencia, utilizar las habilidades que había obtenido durante sus estudios financiados por una Subvención Global, para crear un impacto positivo en este aspecto.
Ya en el sur de México aprendió a mirar al desarrollo de manera diferente, el cual a menudo se piensa en términos de la ayuda internacional en términos de la reducción de la pobreza y por lo general se identifica la reducción de la pobreza en términos de cuántos a los dólares que se gastan y ganan.
La oportunidad de seguirse preparando le permitió a este becario, comprender que la antropología del desarrollo tiene como objetivo el análisis de la ayuda internacional de una manera diferente, donde se presta especial atención a la manera en que las iniciativas actúan sobre el terreno para determinar cuáles son las necesidades de las comunidades locales y cómo se pueden satisfacer de manera moral, ética, digna, sostenible y en última instancia de manera autónoma, siendo esto, la esencia misma de la Responsabilidad Social.[2]
[1] El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (A/RES/73/195), es el primer acuerdo intergubernamental, elaborado bajo los auspicios de las Naciones Unidas, que abarca todas las dimensiones de la migración internacional de forma holística y completa. Se adoptó en una conferencia intergubernamental sobre migración en Marrakech, Marruecos, el 10 de diciembre de 2018. El ACNUDH ha acogido el Pacto Mundial como un marco importante para mejorar gobernanza migratoria que pone a los migrantes y sus derechos humanos en el centro y que ofrece una importante oportunidad para reforzar la protección de los derechos humanos de todos los migrantes, independientemente de su estatus. https://www.ohchr.org/es/migration/global-compact-safe-orderly-and-regular-migration-gcm
Ricardo Cruz
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[1] El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular (A/RES/73/195), es el primer acuerdo intergubernamental, elaborado bajo los auspicios de las Naciones Unidas, que abarca todas las dimensiones de la migración internacional de forma holística y completa. Se adoptó en una conferencia intergubernamental sobre migración en Marrakech, Marruecos, el 10 de diciembre de 2018. El ACNUDH ha acogido el Pacto Mundial como un marco importante para mejorar gobernanza migratoria que pone a los migrantes y sus derechos humanos en el centro y que ofrece una importante oportunidad para reforzar la protección de los derechos humanos de todos los migrantes, independientemente de su estatus. https://www.ohchr.org/es/migration/global-compact-safe-orderly-and-regular-migration-gcm
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